Cultivar una mirada compasiva

Una de las visiones que más me ha ayudado a construir una relación sana conmigo misma, y desde allí guiar los procesos psicoterapéuticos con mis consultantes, es el de la compasión.

Me gusta pensar a la compasión como la menciona Paul Gilbert: la compasión es una motiva­ción –no una emoción– que orienta la conducta humana. 

La motivación compasiva será una de las mejores aliadas en el camino a cultivar una relación sana contigo misma. Desde la psicología, Paul Gilbert define a la compasión cómo “La profunda conciencia del sufrimiento de uno mismo y de los otros seres, junto con el deseo de ayudar a evitarlo” .

Al igual que el Mindfulness, varios de los protocolos tera­péuticos sobre compasión y muchas de sus prácticas provienen del budismo. Otra de las definiciones de compasión más frecuen­temente citadas en mindfulness es la del Dalái Lama: “La com­pasión consiste en el deseo de que todos los seres sintientes estén libres de sufrimiento” 

Uno de los aspectos que más impresionó al Dalái Lama y a los monjes budistas cuando llegaron a Occidente y hablaban de la compasión, era la dificultad que teníamos los occidentales para querernos a nosotros mismos. Mientras que en Oriente se da por hecho que uno se quiere a sí mismo y la dificultad allí es querer a otros, en Occidente el problema se produce a la inversa.

Me parece relevante mencionar esto, ya que el primer paso para construir una relación sana con una misma es: validar tu propia historia. En nuestra cultura actual, no nos enseñan a cultivar una mirada de amabilidad con nosotras mismas, al contrario. Reconocerte en ello y a la vez reconocer al otro que tampoco pudo brindarte las herramientas para el camino, es una manera de comenzar a construir un vínculo más compasivo con el mundo que te rodea.

Muchas veces escucho frases como: “no debería estar sintiendo esto”, “debería poder hacerlo mejor”, “nunca hago nada bien”, “soy vaga y nunca podré lograr lo que quiero”, etcétera. Como si el propio proceso de cambio no fuese suficiente, nunca.

¿Te encuentras en estas frases? Yo me recuerdo muchas veces allí. Acompañarme y acompañar a otros desde una mirada compasiva sin dudas es lo que más ayuda a motivar el cambio terapéutico.

Te invito a que aquí conmigo, te hagas las siguientes preguntas:

  • ¿Cómo te hablas cuando no puedes?
  • Imagina que en ese mismo instante te grabásemos en video, hablándote, ¿Cómo estaría tu rostro? ¿Cómo sería el tono de tu voz cuando te hablas? ¿Cómo se siente en tu cuerpo?
  • ¿Cómo eres contigo cuando las circunstancias de la vida se ponen difíciles?
  • ¿Cómo te tratas cuando sientes que has hecho algo mal?

¿Qué has podido notar? Muchas veces creemos que sentirnos bien con nosotras mismas, requiere de éxitos externos, la consecución de metas que parece que nunca llegan… para ello diferenciemos dos conceptos que suelen solaparse: autoestima y compasión.

Diferenciemos autoestima y compasión

El paradigma de la psicología en los últimos años, ha sido enfocar el bienestar en el nivel de autoestima que una persona puede tener, destacándose en la mayoría de los libros de autoayuda. Planteado como aquello que había que conseguir para poder ser feliz.

La auto­estima está basada en la autoevaluación, en la búsqueda del éxito personal y en continuas comparaciones sociales para comprobar que no estamos “por debajo” de los demás en las cualidades que estamos midiendo. Sin negar su utilidad, la autoestima posee cier­tas limitaciones en relación a la compasión.

La autocompasión se asocia a menos afecto negativo, a más ecuanimidad emo­cional y a mayor salud psicológica que la autoestima. La compasión se asocia al circuito de satisfacción, calma y seguridad, mientras que la autoestima se relaciona con el circuito de logro. Pero, sobre todo, se trata de dos formas muy diferentes de relacionarnos con nosotros mismos. 

La practica de mindfulness y compasión de manera conjunta: conviértete en observadora de tu propia conducta

En la tradición budista, mindfulness y compasión se consideran partes importantes de la sabiduría, y se piensa que ambas son imprescindibles, por lo que se practican de forma conjunta y se refuerzan. Para practicar la compasión es necesario mindfulness porque hay que tomar conciencia del sufrimiento propio y del de los otros, sin juicio, apego o rechazo, para sentir compasión hacia la persona que sufre. Pero, por encima de todo, para realizar las prácticas de compasión hace falta unos niveles mínimos de atención que se obtienen con la práctica de mindful­ness. Las primeras prácticas de mindfulness compasivo y body scan compasivo pretenden ir desarrollando mindfulness y dismi­nuir el vagabundeo de la mente, mientras se asocia con una acti­tud compasiva de base. 

El hacer consciente el cómo te relacionas contigo y ver que no es la relación que quisieras tener, puede traer sentimientos de vergüenza, frustración o enojo. Te entiendo perfectamente, y a la vez es el primer paso para comenzar a caminar de una manera diferente.

El arte de ser pacientes en el cambio: conviértete en tu mejor aliada 

Cómo mencione anteriormente, dos elementos clave de la compasión son, por un lado, la sensibilidad al sufrimiento de los otros y de uno mismo y, por otro, el compromiso de aliviar ese sufrimiento.

Puede que actualmente el elemento que más desarrollado tengas, sea el de ser sensible al sufrimiento de los otros. Esto es normal y como dijimos cultural en occidente. Ten presente, que al poder ser compasiva y amable con las personas que tienes a tu alrededor, puedes aprender a serlo contigo, momento a momento.

Hagamos un ejercicio.

  • Trae a tu memoria alguna situación en la cual hayas sentido que no has hecho un buen trabajo. ¿Cómo te hablaste en aquel momento? ¿Qué voz sueles utilizar? ¿Cuál es la frase que te sale de primeras?
  • Ahora bien: Imagina que la persona a la cual más quieres, te cuenta que ha pasado por la misma situación y que se siente igual que tú en ese momento. ¿Qué le dirías? ¿Cuál sería el tono de voz que utilizarías? ¿Cuales serian las frases que utilizarías?

Imagina que puedes comenzar a hablarte como lo harías con esa persona importante para ti. Soltando suavemente la lucha contigo misma, comenzando a agarrarte la mano y a tropezones: comenzar a caminar diferente. 

¿Cómo estaría tu vida caminando desde esta voz? ¿Cómo se sentiría estar en tí? ¿Cómo comenzarías a enfrentar los cambios de tu vida?

La compasión te llevará a tu corazón, a la vez que puedes ver el corazón de otras personas. Te dará un gran regalo: relacionarte de una manera diferente con tu malestar. Sosteniéndolo con confianza, seguridad, amabilidad y sabiduría. Recuerda: la mejor aliada que puedes tener cuando las cosas se ponen difíciles, eres tú misma.

Gracias si has llegado hasta aquí, espero que te haya servido para cultivar una mirada más presente, amable y plena en tí y en tu vida.

Te abrazo muy fuerte,

Lourdes.